Great War - Capítulo 1: El descenso de los ángeles
- Kyon Andres
- 21 ene 2018
- 8 Min. de lectura
Actualizado: 22 dic 2022
El planeta Apolión representaba para todo el universo el centro del máximo poder, el hogar de Abaddon, el conde del infierno. Había establecido su base en ese lugar con la finalidad de mostrar a todo ser viviente un espacio físico que transmitiera su poder y sus objetivos cada día crecientes. El planeta poseía uno de los ecosistemas más desarrollados, miles de animales y plantas convivían con tranquilidad en los diferentes medios.
Conformado por ocho continentes distintos y un total de cinco océanos. El continente más grande y sede de la principal base de la legión se llamaba Itobaal, nombre dado por Abaddon al lugar en honor a su padre. El continente era un conjunto de tierras prósperas y fértiles, largos campos verdes y montañas que mantenían un sinnúmero de minerales en su interior.
Comedor del centro militar, Planeta Apolión.
Los cuarteles generales del planeta formaban enormes edificaciones de varios kilómetros de largo, albergaban la mayoría de habitantes del planeta. En cada uno de los ocho continentes existía un comandante general que manejaba a los soldados, aunque se encontraba en rango y poder, debajo de los arcanos menores.
En el continente Itobaal se ubicaba el cuartel general, a pesar que tenía a un comandante general, el mismo era dirigido a su vez por Krieg, uno de los arcanos menores al servicio de Abaddon.
Krieg representaba el poder bélico y el sadismo en persona. Era un terrícola de una dimensión que Abaddon había conquistado en sus inicios, su piel blanca contrastaba con sus largas cicatrices. Los músculos de sus brazos hacían pensar dos veces a cualquier antes de iniciar una pelea a mano limpia. Su vestimenta común consistía en un pantalón y camiseta grises, sin embargo, en muchas ocasiones se lo observaba vistiendo su armadura.
La armadura del pecho lo cubría hasta la altura de sus hombros, dos partes de la misma cubrían sus brazos y muslos. Dos botas complementaban la parte metálica. Un cinturón de cuero con varios compartimentos iba acompañado de una tela que caía desde su cintura hasta la altura de las rodillas. En su espalda cuatro espadas curvas de corto rango se cruzaban entre sí. Una tela larga cubría su espalda y cabeza, lo que cubría en su totalidad el cabello negro, sus ojos oscuros se complementaban con una máscara ósea que cubría su boca.
Krieg era el único terrícola que había logrado alcanzar una posición tan alta en la jerarquía de los soldados directos de Abaddon. Uno de los arcanos menores que se ubica en la facción de poder bélico. Desde el inicio se había ganado enemistades y problemas con soldados de rango menor y uno que otro arcano menor. Sin embargo, lo que hacía sea respetado era el hecho que pertenecía a un grupo selecto, cuyo líder era Adrián.
Los tres guías de Abaddon tenían sus facciones, no realizadas en contra de los deseos de Abaddon, simplemente ellos tenían sus propias metas personales y algunos guerreros de alto nivel coincidan en intereses, ante ello formaban sus facciones. Ante la sorpresa de muchos guerreros, Krieg poseía un interés personal similar al del guía.
El comedor ese día lucía más concurrido que de costumbre, los soldados rasos al servicio del ejército de Abaddon habían terminado sus respectivos entrenamientos de la mañana y consumían a rapidez y con gusto el almuerzo. Krieg consumía su almuerzo en una mesa que se ubicaba en una parte alejada, disfrutaba la soledad como ningún otro ser, característica de los humanos.
Algunos soldados de alto rango en la milicia se ubicaban en mesas específicas, a su lado el comandante del lugar conversaba animosamente con todos. Krieg dio un sorbo a la bebida que tenía en frente, cuando sintió como su reiki se alteraba. Se levantó de golpe, causando que la bandeja con su comida cayera al suelo con gran estruendo.
Las miradas se dirigieron hacia el con sorpresa. Krieg caminó en dirección de la salida con rapidez, ante la incredulidad de los presentes. Al pasar por la mesa del comandante lo miró a los ojos
—Que todo el personal se prepare para la batalla —declaró Krieg con rapidez sin dar posibilidad a una respuesta —. Y usted deberá estar al frente de la misma
Krieg caminó hasta llegar a la puerta, en ese instante el comandante se levantó y con viva voz declaró—. ¿A qué se debe esa orden repentina?
—Ángeles —completó Krieg tomando dos espadas curvas de su espalda en la mano
Los presentes quedaron pasmados y en silencio al escuchar esa palabra. Algunos comenzaron a musitar entre sí sobre lo que dijo, para la mayoría de ellos los ángeles era solo una historia que contaban a los niños para que se acuesten temprano.
El comandante miró a los soldados de su mesa, estaba por comentarles sobre la situación cuando en el ambiente resonó una alarma a gran escala. Algo malo estaba sucediendo en el lugar. Se levantó de su asiento y tras gritar unas palabras, todos los presentes salieron del lugar en dirección de la armería.
Castillo de la Legión, Planeta Apolión.
Mara profirió un bostezo amplio mientras escuchaba las palabras de su compañera. Al frente suyo tenía una de las arcanas mayores que exponía sobre la importancia de la investigación para el avance en el desarrollo consumible del lugar. Su mente recordaba como Adrián la había metido en ese lugar, maldijo para sí misma por un segundo, el guía debería estar aburriéndose en ese lugar, no ella.
—En relación a lo comentado, es importante recalcar que, a pesar de los avances en tecnología y producción, los recursos de nuestros espacios no son regenerativos a corto plazo, por lo que debemos buscar nuevas fuentes de reemplazo —completó la arcana con rapidez, sus palabras eran rápidas y directas, definitivamente estaba aburriendo a los presentes.
—Para evitar tanto desgaste en tus palabras ¿Cuál es tu propuesta, Snāẏura? —preguntó un sujeto fornido y de piel oscura.
—Reutilización y transferencia de recursos de otras áreas —contestó con firmeza
—¿! Qué¡? —gritó una voz femenina que provenía de una chica que llevaba una larga máscara con pico que cubría su rostro. Su traje consistía en una armadura que cubría su zona pélvica, pechos y hombros. Una larga tela caía desde su cintura hacia el piso. En la máscara se observaban que sobresalían nueve plumas de distintos colores y materiales. Sobre la mesa un tótem con una calavera de cuatro cuencos oculares posaba con tranquilidad—. Los recursos de cada área deben permanecer dónde están
Snāẏura la regresó a mirar, y eso era una expresión. La arcana era un ser cósmico que adoptaba una forma humanoide para tener similitud con sus compañeros, su piel de color negro y verde con punto brillantes causaban terror en sus compañeros, un manto verde marino por dónde se veían las diferentes vías lácteas cubría parte de su cuerpo. Finalmente, dónde debería ubicarse su rostro, estaba una esfera transparente.
—Querida Jādu Karā, comprendo totalmente tú, como decirlo —declaraba tomando una gran pausa—…preocupación
La nombrada se levantó de su asiento con hostilidad —. No obtendrás los recursos de nuestro lugar. Ya has consumido muchos recursos y no vemos ninguna mejora para el sistema
—Creo que esa máscara te nubla la vista
—¿Quieres probar mi visión? —inquirió Jādu Karā con molestia tomando el tótem de la mesa en su mano. El rostro, por decirlo de alguna forma, de Snāẏura brilló en forma de respuesta
—Detengan esto, ambas —recriminó Mara con molestia. Se levantó de su asiento y miró a todos los presentes—. La división de recursos no es el problema, ni el hecho de en qué se los vaya usar. El problema aquí es la falta de visión de todos, cada uno de nosotros pone su parte para la creación de un mejor sistema, sin embargo, no vemos como lo que hacemos ayuda.
—Me sorprende tu opinión Mara, sobre todo tomando en cuenta estás representando la voz y voto de Adrián
—A mí no me sorprende que el tiempo pase y ninguno de nosotros… —comentaba con molestia, pero sus palabras quedaron en el olvido inmediatamente. Cada uno de los presentes en la sala se levantaron y observaron por la ventana como un gran poder de reiki se acercaba a una velocidad inmensurable.
Mara sintió una corriente eléctrica en su cuerpo, antes de poder hacer algo más observó con sorpresa y molestia, como una isla gigante aparecía en la mitad del cielo del planeta. Todos comenzaron a caminar hacia la salida cercana para ir a investigar, cuando por la ventana los observaron, once guerreros se acercaron hasta estar a un límite cercano de la isla en modo hostil, Adrián y su facción les hacían frente.
Centro de comunicaciones, Planeta Apolión.
El científico se alejó con terror de la pantalla, sus brazos temblaban y no atinaba la acción a realizar. Definitivamente no estaba preparado para una situación de esa magnitud. Miró de reojo el desorden y desconcierto de sus compañeros.
Frankmoon apartó a un soldado de uno de los centros de mandos, presionó rápidamente unos botones y apretando un botón de speaker habló con rapidez—. Esta es una alerta omega, repito; alerta omega.
Un fuerte movimiento sacudió todo el lugar—. A todo el personal militar reunirse de inmediato. Zonas de resguardo asegurar a los civiles.
Un arcano ingresó al centro de investigación con un rostro molesto. Frankmoon soltó el botón—. Envía la orden de alerta omega a todos los que no se encuentren en esta dimensión.
Xiïta ingresó al lugar con rapidez, su cabello lucía desordenado y no vestía su armadura característica—. ¿Qué rayos sucede?
—Nos están atacando —le respondió Frankmoon mirando por la pantalla principal como una especie de isla flotante había aparecido en el planeta hace pocos minutos y había iniciado un ataque.
—¿Quién sería tan estúpido para atacarnos? ¿Por qué lanzaste la alerta omega? ¿Acaso hay alguien que amerité ese nivel de seguridad?
—Los ángeles —respondió secamente mientras tecleaba comandos en la computadora central
Xiïta quedó en silencio ante ello, definitivamente eso ameritaba una alerta omega—. Tenemos que salir con los demás, ¿dónde está Adrián?
—Afuera y si no estoy mal, es ese punto que se dirige a la isla
Xiïta observó la pantalla y efectivamente, Adrián junto a los guerreros de su facción se dirigían directamente hacia el enemigo. La pantalla mostró como el guía y sus acompañantes se detenían en seco.
De la isla salieron cientos de guerreros que miraron a Adrián con desdén.
—Debemos ir —anunció Frankmoon dirigiéndose a la puerta—. Y por seguridad de todos, debemos solucionar esto antes que regrese Abaddon.
Espacio aéreo, Planeta Apolión.
Adrián se mantenía al frente con sus diez compañeros a sus espaldas. Al frente de ellos se ubicaba una isla de largas dimensiones, se observaba como la tierra que componía la forma base de la misma había sido arrancada de algún planeta, definitivamente una muestra del poder de los ángeles. Adrián vestía una armadura negra que cubría gran parte de su cuerpo, su cabello lucía despeinado. De la cintura hacia el piso caía una tela rectangular.
A sus espaldas se encontraban diez arcanos, entre mayores y menores. Todos ellos conformaban la facción de Adrián, todos ellos entrenados por el guía y dominando un nivel de poder diferente a la mayoría, conocido como la habilidad de Adrián, un aspecto que consistía en sacar el máximo potencial de sus guerreros. Los diez arcanos lucían totalmente distintos entre ellos, desde su altura hasta su apariencia física, incluso uno de ellos no tenía un cuerpo físico como tal.
—¿Alguna idea por qué están aquí? —indagó uno de ellos
—Supongo a culminar lo que iniciaron en el límite dimensional algún tiempo atrás. Aparte considero que el hecho de que Abaddon no se encuentre, no es una coincidencia —respondió Adrián. En cada una de sus manos llevaba una daga gruesa con ligera curvatura, algunos signos tallados en la misma brillaban.
Los diez guerreros sacaron sus armas y las colocaron en defensa. De inmediato de la isla cientos de seres emergieron y se colocaron en el aire frente a ellos. Definitivamente era un espectáculo observar la diferencia física entre los presentes. Una joven de cabello rubio largo, con armadura blanca y alas del mismo color se colocó al frente de todos.
—Su ofensiva los condenará —dijo Adrián de inmediato
—Adrián, no estás a la altura de nosotros para amenazarnos. Tú poder es insignificante.
Adrián miró a la chica alada con molestia —. ¿Qué buscan en este lugar?
—¿No es obvio? Venimos a detenerlos
Una de las arcanas comenzó a reír—. Sería interesante que lo intenten
—Advertimos a Abaddon sobre su plan, no quiso escuchar, ahora están condenados a la destrucción
Adrián sintió como Frankmoon, Xiïta, arcanos y algunos guerreros de élite se acercaban rápidamente al lugar.
—No debieron venir desde su dimensión. Después de todo los ángeles ya no son lo que eran hace tiempo
La joven rubia le miró con desdén. Observó cómo en cuestión de segundos llegarían todos los guerreros del lugar, así que, apareciendo una espada de luz, sonrió y se lanzó al ataque, iniciando el infierno en el aire.
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